TRASTORNO DEL ESPECTRO AUTISTA (TEA)

Dra. María Gabriela Senior

Probablemente has escuchado hablar del autismo y es posible que hayas conocido a alguien con esta condición o que estés preocupado por algún familiar o conocido que sospechas que puede tenerlo. 

El trastorno del espectro autista  se ha hecho más frecuente, en parte porque ahora los profesionales de la salud  están más entrenados para diagnosticarlo y diferenciarlo de otras condiciones que pueden tener síntomas parecidos. La evidencia científica señala un origen genético como causa principal, sin embargo la incidencia (cantidad de nuevos casos) es tan alta que se han propuesto diversos mecanismos como intoxicación por metales pesados e intolerancia alimentaria como posibles causas, habiendo controversia al respecto.

El niño con trastorno del espectro autista tiene comportamientos que pueden llamar la atención de sus padres y maestros  y que pueden agruparse en dos categorías:

  • Dificultad para comunicarse adecuadamente le cuesta iniciar conversaciones espontáneas o sostenerlas en forma fluida, limitándose muchas veces a contestar brevemente las preguntas que se le hacen sin prolongar la conversación.  No muestra interés en relacionarse con otras personas, compartir afectos y emociones, su mirada suele ser huidiza, y hace pocos gestos. Con frecuencia en sus primeros años puede hablar en un “lenguaje inventado” o jerga.  También puede repetir las cosas que se le dicen, como un eco. Muchas veces presenta una entonación peculiar para hablar, parecida al acento mexicano o a la forma de hablar de las comiquitas. Suele no entender los juegos de ficción y los doble sentidos. En los casos más severos puede estar muy disminuido el lenguaje y la intención de comunicarse.
  • Conductas repetitivas e intereses restringidos puede interesarse excesivamente por algunos objetos o actividades, como por ejemplo los dinosaurios o alinear objetos. Dentro de las conductas repetitivas se pueden presentar movimientos como mecerse, jugar excesivamente con las manos, pellizcarse o golpetearse una parte del cuerpo, hacer sonidos peculiares como gruñidos, chasquidos o uso de una palabra  o expresión favorita. Se apega mucho a sus rutinas, llegando incluso a molestarse cuando se les cambia, como por ejemplo: si está acostumbrado a ir por una ruta al colegio y se lleva por otra vía, puede alterarse.  También tiende a comer los mismos alimentos.  

Debido a que presenta alteraciones en la organización de los estímulos sensoriales, puede presentar sensibilidad aumentada o disminuida.  En el primer caso suele rechazar el contacto físico, los sonidos fuertes, las costuras y etiquetas de la ropa y puede mostrar desagrado  por la textura o color de ciertos alimentos. Cuando hay hiposensibilidad, puede abrazar muy fuerte, incluso a desconocidos o golpearse, pellizcarse,  obsesionarse con luces brillantes o texturas.

Estos síntomas deben estar presentes desde edades tempranas y afectar el desempeño del niño en los ambientes en que se desenvuelve, y no deben tener otra explicación posible. 

La severidad y el pronóstico  del  trastorno del espectro autista dependen del grado de dependencia del paciente para su supervivencia. Los casos leves requieren menos ayuda y logran una vida independiente o casi independiente, mientras que los casos moderados y severos requieren más apoyo y pueden no lograr la independencia en la vida adulta.

Muchas veces el autismo no viene solo, sino que está acompañado de otras patologías asociadas, entre ellas epilepsia, que se ve en uno de cada cuatro niños con TEA, discapacidad intelectual (uno de cada tres), Trastorno de déficit de atención e hiperactividad (se observa en casi la mitad de los casos), trastornos genéticos, alergias, trastornos psiquiátricos, entre otros.  Es importante entender y aceptar que el autismo es una condición que no se cura, pero que mejora considerablemente, especialmente cuando se hace la intervención temprana.  En algunos casos (no en todos) se requiere medicación, especialmente si hay otras patologías asociadas, pero todos los pacientes deben recibir apoyo. El manejo de los casos debe ser transdisciplinario, con el apoyo conjunto del neurólogo, psicólogo, psicopedagogo, terapista ocupacional, terapista de lenguaje y terapista conductual.

En próximas entregas profundizaremos más en los diversos aspectos de este trastorno que actualmente se presenta en una de cada 54 personas.

Referencias

  • Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-V). Alteraciones de la sinaptogénesis en el autismo. Implicaciones etiopatogénicas y terapéuticas. García et al. Rev. Neurol. 2012;( supl 1): 541-550.  Bhandari R, Paliwal JK, Kuhad A. Neuropsychopathology of Autism Spectrum Disorder: Complex Interplay of Genetic, Epigenetic, and Environmental Factors. Adv Neurobiol. 2020;24:97-141. doi: 10.1007/978-3-030-30402-7_4. PMID: 32006358.  Lai MC, Kassee C, Besney R, Bonato S, Hull L, Mandy W, Szatmari P, Ameis SH. Prevalence of co-occurring mental health diagnoses in the autism population: a systematic review and meta-analysis. Lancet Psychiatry. 2019 Oct;6(10):819-829. doi: 10.1016/S2215-0366(19)30289-5. Epub 2019 Aug 22. PMID: 31447415. Lukmanji S, Manji SA, Kadhim S, Sauro KM, Wirrell EC, Kwon CS, Jetté N. The co-occurrence of epilepsy and autism: A systematic review. Epilepsy Behav. 2019 Sep;98(Pt A):238-248. doi: 10.1016/j.yebeh.2019.07.037. Epub 2019 Aug 6. PMID: 31398688. Un autismo, varios autismos. Variabilidad fenotípica en los trastornos del espectro autista. Amaia Hervás, Rev Neurol 2016;62 (supl1):59-S14